Hoy me hicieron vía Facebook la siguiente pregunta: ¿si murieras hoy, a dónde irías, al cielo o al infierno? No niego que es una pregunta interesante, aunque tendenciosa, provocativa y con una doble intención; primero que nada, es provocativa por que quien me la planteó sabe que soy ateo, y la doble intención es, probablemente para tratar de convertirme o pretender que me desdiga de mi forma de pensar y proceder en este mundo. Dice Richard Dawkins que no le gusta discutir con teólogos y creyentes, porque sería como pedirle a un Geógrafo que discutiera con un promotor de que la Tierra es plana, todo un absurdo. Sin embargo, responderé de todas formas:
Para empezar, puede haber varias respuestas a esta pregunta, primero que nada, si concedo que existe Dios, antes tendría que responder, ¿Cuál Dios? Si creo en Zeus y demás pléyade de dioses entonces al morir iría al Hades, lugar seccionado en muchas partes, en donde destacan los Campos Elíseos (algo así como el cielo en la mitología judeocristiana) o el Tártaro (el Infierno, pues), en fin, dependiendo de mi comportamiento me iría a unos de esos dos lugares.
Si los dioses chidos fueran los Nórdicos, entonces me iría a echar unas chelas con Thor y Odín en el Valhalla (como que me late más ahí).
Lo más probable, como mexicano que soy, es que al morir tardaría mi alma cuatro años en llegar a Mictlan pasando además por varias pruebas.
En fin, la pregunta en nuestra cultura occidental obviamente hace referencia a la religión judeocristiana, no me ceñiré a ninguna de estas sectas en particular (Testigos de Jehová, Mormones, Católicos, Gedeones, etc.), así que responderé de manera general: si existe ese Dios y es el bueno, pues obviamente me iría al Infierno simplemente por haber, más que dudado, negado su existencia y por haber promovido eso precisamente; sabemos que el señor Yavhé (o Jehová, cómo gusten) es egoísta, vanidoso, celoso y que le gusta la violencia (Consulten su Biblia para mayor información, con especial atención al Antiguo Testamento), así que estaría regodeándose en mi sufrimiento y el de los demás que nos atrevimos a dudar de su existencia, tal es su “bondad”. ¿Qué si no me da miedo eso? Cuando era niño me habría dado muchísimo miedo (de hecho, me dio); pero la cuestión es que no existen evidencias de que tal Dios exista, las pruebas de su realidad son las mismas que le podríamos atribuir a Thor, Tezcatlipoca, Zeus, Alá, Cthuluh o a Darkseid (Bueno, estos dos últimos no).
Como ateo, la respuesta honesta es: No sé que pase después de la muerte, todo mundo desea que exista una trascendencia de la conciencia, una parte en mi así le agradaría, me encantaría volver a ver a Jorge, mi hermano mayor, quien murió en un trágico accidente cuando tenía solamente veinte años y poder tomarme unas cervezas con él, también me gustaría conocer a mi bisabuelo materno, poder charlar de nuevo con mi papá mientras escuchamos sus discos de ópera, también me gustaría mucho escuchar los cuentos maravillosos que mi abuela paterna nos contaba a la hora de la comida o ver de nuevo a mi tío Germán, quien me inculcó parte de mi afición a los comics; sin embargo, no existen pruebas de que esto sea posible; se habla de energías cósmicas y de diversas índoles, pero hasta ahora no existe manera de medir esas “energías mágicas”, ni evidencia comprobable de que esto sea verdad, sólo testimonios aislados que generalmente han resultado ser alucinaciones o malas interpretaciones a ciertos síntomas biológicos (chéquense el libro de Carl Sagan “El mundo y sus Demonios” para mayor información).
Así que, ¿Qué pasa después de la muerte? Sería la pregunta a responder. Bueno, me agrade o no, hasta ahora la mejor respuesta que he encontrado es que no pasa nada, sólo tenemos esta vida y se acabó, it’s over, Kaput! C’est tout C’est fini.
Cierto que esta idea a muchos les puede parecer terrible, incluso mucho peor que irse al Infierno, a mí tampoco me agrada mucho, sobre todo porque me considero un adicto a la vida, pero el hecho de que me agrade o no, no implica que una creencia de tipo mitológica, por muy fuerte o arraigada que esté, sea verdadera. ¿Qué nos queda entonces?, ¿tirarnos a la desesperación?
Esa puede ser una opción, pero tampoco me agrada, así que más que preocuparme de que pasará cuando muera, considero que es mejor preocuparnos de que hacer mientras estamos vivos, ya lo dijo Epicuro (parafraseado de la Máxima Dos): “La Muerte no nos incumbe, ya que es la ausencia, y mientras estemos aquí, la muerte no está con nosotros, y cuando ésta llegue, nosotros ya no estaremos”.
Así que, si existe Dios, nos vemos allá abajo, no estará tan mal después de todo, estaremos en buena compañía: Bertrand Russell, Nietzsche, Aristóteles, Sartre y las mejores bandas de rock; así que, como ven, no tengo mucho de qué preocuparme.
4 comentarios:
Excelénte escrito; yo opino igual que tu, más que preocuparme a donde voy en la muerte, prefiero pensar a donde voy en la vida, que es todo lo que tengo.
Salu2!!
La neta ni pensé nunca en esto, yo no me considero religioso ni nada de esto pero tampoco al punto del ateísmo. Más bien no creo ni dejo de creer como dicen.
De todas formas si esos pedos existieran yo pienso que la gran mayoría nos iríamos al infierno.
Gracias por visitar este lugar olvidado de dios (perdonen la ironía), Diego, pues sí, creo que eso es factible si hay un dios cristiano, tu postura podríamos decir es el "agnosticismo", yo lo fui por mucho tiempo hasta que finalmente me pronuncié hace poco más de un año, eso no significa que al final pensarás como yo, si no como tu lo hagas y eso es lo importante.
(Pronto actualizaré este Blog, gracias por visitarlo)
¿Qué hay después de la vida? No sabemos, claro. Y pensar que sólo tenemos esta vida y en concreto este momento para disfrutarla, me parece algo digno de considerar.
Saludos Nachomán
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